La
mayoría de nosotros hemos hecho un chantaje emocional alguna vez, o
hemos sido sus víctimas. Suele hacerse de forma inconsciente y
algunos son fácilmente reconocibles, pero otros son tan sutiles que
es casi imposible darse cuenta.
Frases
como Tú verás lo que haces; luego no me digas nada; si me quieres;
o más claras como amenazas directas o gritos, se dicen con la
intención de provocar miedo en el otro para que actúe como nos
gustaría. El chantajista emocional se cree una víctima, es inseguro
y está lleno de temor, pero en lugar de reconocer sus necesidades,
pretende hacer creer que los necesitados son los demás, y lo
consigue. Es difícil reconocerlo pues suele tratarse de personas muy
queridas que actúan así con quienes las quieren. Se acepta por
miedo a las consecuencias, a su enfado, pues si no logran lo que
buscan, lo hacen pagar después haciendo sentir culpables, debido al
rencor y a la frustración que sienten ante un "no". Pero
no puedes decir que sí, si no es lo
que quieres.
Puedes
defenderte del intento de manipulación del chantajista emocional. En
el momento en que eres consciente de que alguien está intentando
manipularte, lo más importante es observar su actitud y manera de
comportarse. Esta actitud espectadora te dará el suficiente tiempo y
la claridad necesarios para corroborar que realmente está intentando
manipularte. La manipulación suele hacerse sutilmente y es necesario
tomar un poco de distancia para verla claramente. Adopta una actitud
pasiva, sin aceptar ni negarte a sus peticiones, sino dejando todo en
un paréntesis, mientras observas también tus sensaciones.
Incomodidad, culpabilidad, desasosiego, indecisión, frustración y
humillación, son algunas de las emociones que se suelen sentir ante
la manipulación del chantaje emocional.
Lo
más difícil es darse cuenta a tiempo. Uno de los signos más claros
para detectar una personalidad manipuladora en los primeros
encuentros, es el hecho de que cambian continuamente de tema en una
conversación, bien con nuevas preguntas, bien con distracciones, o
directamente hablando sólo de sí mismos y de sus problemas. La
dificultad para mantener una charla con otra persona o fingir interés
por un tema en concreto que les sea totalmente ajeno, es habitual en
una personalidad manipuladora que sólo muestra atención por sus
propios intereses. Necesitan ser el centro de todas las
conversaciones y generalmente consiguen que se hable de ellos incluso
cuando no están presentes, debido a la densidad de su comportamiento
social. Y lo hacen, bien quejándose de algo, bien mostrando que lo
suyo es lo único importante.
Para
deshacerlo, lo mejor es no aceptarlo y dejar claros tus límites. Has
de saber que no es el otro quien debe dirigir tus acciones, sino tú
mismo. Creer que tienes tanto derecho a decidir como a equivocarte,
es primordial. Sin tu consentimiento, el chantajista percibe su
impotencia y deja de intentarlo. Si después, tienes que sufrir su
enfado, sólo puedes esperar que te entienda, mostrándole tu forma
de verlo y tus motivos a través del diálogo, pero si no se presta a
ello, es mejor darle tiempo para que piense y analice su
comportamiento. Sólo así será consciente de su forma nociva de
actuar. Algunas personas necesitan más tiempo que otras. El silencio
en esta etapa, es la mejor opción. Y otras, no se dan cuenta nunca
porque no quieren hacerlo. Ante esto, sólo queda aceptarlo y
alejarte de esa persona lo más posible.
Publicado
en la revista Mente Sana, año 2007
Mar
Cantero Sánchez
Escritora
y coach (asesora) literaria
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